El norte del país esconde numerosos atractivos naturales, comidas exóticas y alternativas históricas-culturales. En nuestro viaje por Gocta, Kuélap y la Cultura Moche descubrimos paisajes únicos y aprendimos sobre las antiguas civilizaciones que allí habitaron y de las que todavía quedan rastros imborrables.
En nuestra ruta nos aventuramos por la selva alta y recorrimos los puntos más importantes del norte de Perú. Iniciamos con un viaje de Lima a Tarapoto. De ahí, el itinerario va por distintos pueblos de la selva hasta dar con Gocta y luego Kuélap. Cruzamos la montaña pasando por Cajamarca. Subimos hasta Chiclayo y descendimos a Lima por la costa del Pacífico visitando lugares fundamentales, como Trujillo y Huanchaco, el lugar donde prosperó la Cultura Moche.
Video por la RUTA Norte del PERU:
Ruta norte, desde la selva alta peruana
Para poder introducirnos en la selva alta peruana tuvimos que tomar un vuelo desde Lima hasta Tarapoto. Fue la primera ciudad que conocimos y desde donde empieza nuestra aventura. Tarapoto es conocida como “la ciudad de las palmeras”. No tiene altura pero está rodeada de montañas y la temperatura media anual es de 25º.
Tarapoto, el primer destino
En Tarapoto había mucho por hacer por hacer. Uno de los lugares que más nos gustó fue la “reserva de animales Urkus” donde las especies autóctonas viven mayormente en libertad ya que no se trata de un zoológico. Ese mismo día fuimos a La Isla Bonita, un espacio idílico a las afueras de la ciudad donde nos bañamos en una piscina y recargamos energía para el día siguiente.
El clima tropical de esta región y su ubicación geográfica invitan a descubrir las múltiples cataratas y caídas de agua que existen. Nosotros conocimos Carpishuyacu, que está a 45 minutos caminando desde la ciudad. El sendero es muy bello y la vegetación es tan tupida que parece que el hombre nunca intervino en este lugar.
Fue aquí donde tuvimos nuestro primer encuentro con la gastronomía local. Lo exótico de los sabores es lo que más nos llamó la atención. Entre los ingredientes bases están los camarones, las carnes (de animales del monte), la hoja de bijao (que se usa para envolver ciertos platos), los pescados y las verduras de la zona. Una de las delicias que probamos fue “el Ninajuane” (una especie de tamal con huevo batido y carne de pollo que se envuelve en cáscara de plátano y se cocina a la leña).
Moyobamba y Naranjos, entre orquídeas y mariposas
A menos de dos horas de Tarapoto está Moyobamba. Fue la primera ciudad fundada por los colonizadores españoles en el Amazonas, hace casi 500 años. Uno de los atractivos más hermosos que tiene la ciudad son su más de 3.500 especies de orquídeas que están por todo Moyobamba. Incluso a fines de octubre se celebra el Festival de la Orquídea. Como pasamos sólo un día y una noche aquí decidimos esperar el atardecer en “Las Puntas”, miradores naturales a media hora caminando desde la plaza de armas. La postal es incomparable.
En este lugar almorzamos “Juane de arroz” que tiene una base de huevo, carne (chancho/gallina) y arroz, envuelto en hojas de bijao y atado con soga de plátano (cacpa). Y lo acompañamos con viborachado: víbora macerada en aguardiente. La imagen impresiona pero valió la pena animarnos a probar esta bebida típica.
Apuramos el paso camino para llegar a Gocta, Kuélap y la Cultura Moche. En el medio pasamos por Naranjos donde nos bañamos en la “playa de las mariposas”. Hay miles de estos ejemplares (mayormente de color naranja) apostadas a la vera del río. Es un paisaje simplemente maravilloso.
Gocta, la gran caída de agua
Llegamos al primer destino de nuestro viaje por los atractivos de la ruta norte. Desde Naranjos fuimos a Chachapoyas para descansar y pasar la noche. El viaje no es largo, duró alrededor de 3 horas. Antes de ir en busca de una de las caídas de agua más altas del mundo decidimos recorrer un poco la ciudad. Tiene casi 500 años de vida y está a más de 2.200 msnm. La temperatura es un poco más baja ya que el promedio anual es apenas de 15º.
Gocta o «la chorrera» como es nombrada por los locales está en la provincia de Bongará, en el departamento de Amazonas. Con sus 771 metros, esta caída de agua está entre las más altas del mundo.
Para llegar a Gocta partimos desde Chachapoyas hasta el pueblo de San Pablo. El tramo desde este poblado hacia la caída de agua es de 6 kilómetros. El camino es un poco difícil por las subidas y bajadas pero es impresionante. Los paisajes son únicos. Dicen que este es uno de los trekking más espectaculares del mundo y no están errados. La caminata es por un sendero bien delimitado y entre vegetación espesa. Mucho antes de llegar a la base de la catarata pudimos oír el rugir del agua cayendo por la montaña. Pasamos todo el día mojándonos en el agua helada y admirando la imponente maravilla natural.
Cuando terminamos de admirar Gocta volvimos a Chachapoyas para descubrir el otro magnífico atractivo turístico del norte de Perú que fuimos a buscar, Kuélap.
Kuélap, Karajía y Revash
La ciudad de Chachapoyas fue doblemente sometida, primero por el Imperio Inca y luego por los colonizadores españoles. Pese a esto, todavía quedan muchas huellas de su historia previa, de la cultura Chachapoyas. Una de los atractivos más importantes es la fortificación de Kuelap pero también están los sarcófagos de Karajía, los mausoleos de Revash y en el museo de Leymebamba.
Kuelap fue una antigua ciudad preincaica edificada hace casi mil años. La majestuosa construcción de este sitio arqueológico es todavía motivo de investigación antropológica. Nos impresionó la precisión con la que fue levantado este complejo de 600 metros de extensión y paredes de más de 20 metros de altura. Está a 3.000 msnm en la cima de la montaña Barreta.
Kuélap está sobre el valle del río Uctubamba, a 35 kilómetros de Chachapoyas. La fortificación está en un lugar estratégico, rodeado de acantilados y en una zona alta. Los paisajes que se pueden observar son maravillosos, una mezcla de selva y montaña.
No muy lejos de Kuélap hay otro impresionante atractivo que nos sorprendió. Son los sarcófagos de Karajía, ubicados en una quebrada a la cual sólo se puede llegar escalando. Su altura (2.50 metros) y la forma -que parece contornear el cuerpo, incluso en la manera en que fueron pintados con rasgos faciales-, son características que los hacen únicos. Están ubicados en un barranco tan inaccesible que se conservan perfectamente. Viajamos casi 2 horas en auto desde Chachapoyas y luego caminamos una hora más por la selva hasta que divisamos los sarcófagos.
En la misma región están los mausoleos de Revash. Se trata de pequeñas construcciones sobre el barranco de una montaña. Funcionaron como casas funerarias decoradas con pintura rupestre en distintas tonalidades de rojo. Su ubicación -tan inaccesible- las mantiene protegidas de invasores por lo cual se conservan prácticamente intactas. Llegamos caminando desde el pueblo de Hierba Buena. Aunque también puedes ir desde San Bartolo, la primera ruta es más larga y un tanto más dificultosa, pero los paisajes por los que te moverás son inolvidables.
Nuestro viaje por los atractivos de la ruta norte está en la mitad de su recorrido. Nuestro próximo destino es Huanchaco, hogar de la Cultura Moche.
Por el norte de Perú: Chiclayo
Para llegar a Chiclayo pasamos primero por Cajamarca, aunque nuestra visita es rápida. Hay mucho por hacer aquí. es una de las ciudades más importantes del norte del país, también con una cultura antiquísima y paisajes naturales maravillosos. Está a 2.750 msnm entre la Cordillera de los Andes y el valle.
Nosotros alcanzamos a conocer uno de los atractivos principales: “Las ventanillas de Otuzco”. Son una necrópolis construida sobre piedra volcánica y los hoyos hechos en su corteza asemejan ventanas. Aparentemente fueron diseñadas 400 años antes de cristo.
Desde aquí viajamos a Chiclayo. En esta ciudad estamos al nivel del mar y la temperatura es muy agradable, casi 22º todo el año. La ciudad y los alrededores tienen decenas de atractivos naturales y arqueológicos. Nos encontramos a sólo 17 kilómetros de la playa, por este motivo elegimos degustar aquí platos típicos como el cebiche o el cabrito a la chiclayana con loche (una especie de zapallo precolombino común de esta región).
¿Qué se puede hacer en Chiclayo? Nosotros visitamos el complejo arqueológico de Huaca Rajada, donde observamos los detalles de un típico funeral Inca. Aquí está la tumba del señor de Sipán. También visitamos la reserva ecológica de Chaparrí, que busca preservar a la flora y fauna autóctona como el oso de anteojos.
Paseando por Chiclayo nos percatamos de su arquitectura, es admirable, especialmente su palacio municipal y los templos religiosos. A poco kilómetros de la ciudad está es el mercado de la comunidad Monsefú. Aquí pueden apreciarse los primeros rastros de la Cultura Moche. Se trata de un mercado de artesanías creativas que todavía conservan tradiciones de esta antigua cultura.
Y en el último tramo de nuestra ruta por Gocta, Kuélap y la Cultura Moche, viajamos a Huanchaco, la región donde más prosperó una de las culturas más antiguas de Perú.
Huanchaco, hogar de la Cultura Moche
Nuestro último destino antes de arribar a Lima es Huanchaco. El pequeño pueblo costero está a pocos kilómetros de Trujillo, a donde arribamos primero. Es en esta ciudad donde se puede apreciar la valiosa herencia de los Mochicas: los caballitos de totora. Son embarcaciones milenarias usadas por los Mochicas y los Chimúes para navegar y pescar en el mar. Todavía algunos pescadores siguen usando a estos caballitos. Desde las costas se ven como jinetes del mar.
Los Mochicas se establecieron entre los años 100 y 400 después de Cristo. Son famosos por su cerámica, considerada la mejor del Perú antiguo. Aunque sus ciudades fueron saqueadas así que muchas artesanías y elementos típicos se encuentran repartidos por el mundo. Uno de los atractivos más bellos que visitamos de la Cultura Moche es la Huaca del Sol y de la Luna, a pocos kilómetros de Trujillo. Son dos colosales pirámides hecha en adobe. Pero el último gran descubrimiento de la arquitectura moche, que nos impactó fue El Brujo, de características poco conocidas. Es una construcción de 5000 años donde se registró toda la ocupación humana hasta la llegada de los españoles. Imperdible.
Pero Huanchaco se hizo conocida también por el surf. Fue la primera ciudad de Sudamérica (y quinta del mundo) reconocida como Reserva Mundial del Surf. Huanchaco es pequeña pero muy elegida por los viajeros para pasar unos días en la costa peruana. Sus aguas son más cálidas que la de Lima y sus olas invitan a surfear.
Vuelta a Lima y fin del viaje por los atractivos de la ruta norte
Regresamos a Lima pero antes pasamos por Trujillo, también conocida como “la ciudad de la eterna primavera”. Estuvimos un sólo día y lo que más nos impresionó es que su centro histórico es de más de 135 hectáreas, que en otro tiempo se llamó Cercado de Trujillo. Esta primera zona de la ciudad estaba protegida por grande murallas.
Un plato típico que probamos en nuestra despedida fue el pescado a la trujillana. Se cocina al vapor con una salsa de huevos y cebollas.
A lo lejos cae el atardecer sobre el inmenso mar mientras como sombras se deslizan surfistas y caballitos de totora sobre las olas. Con esta postal nos despedimos de los atractivos más importantes de la ruta norte: Gocta, Kuélap y la Cultura Moche.
Recomendaciones para hacer la ruta norte
Nuestra ruta cruzó por la selva, las montañas y la costa por lo que en algunas zonas caminamos a 2.000 metros sobre el nivel del mar (msnm). Aunque no sufrimos el mal de altura siempre teníamos a mano té de coca y la popular “Sorojchi Pills” para evitar el posible soroche. Nuestro ascenso fue despacio lo que nos permitió aclimatarnos.
En las zonas selváticas hay mucho calor ya que la temperatura promedio anual es de 20 grados y son regiones muy húmedas. Pero cuando cruzamos la montaña pasamos un poco de frío. Por eso en nuestra mochila llevamos ropa variada para poder adaptarnos a los cambios de temperatura y de altitudes. Siempre procuramos tener bloqueador solar, lentes, manteca de cacao (para los labios resecos) y un sombrero.
Los mosquitos fueron incansables compañeros de viaje por lo que el repelente siempre estuvo a mano. Como nos encanta hacer trekking y en todas estas regiones pudimos disfrutar de decenas de senderos, usamos zapatillas cómodas. También nos preocupamos de que nunca nos falte agua.