El viajero promedio llega a Cusco esperando tres cosas: altitud, ruinas y, quizás, un buen lomo saltado. Se preparan para el esfuerzo físico del trekking, para la humedad de la selva y para la majestuosidad de Machu Picchu. Sin embargo, la mayoría ignora por completo el eje sensorial más potente de la travesía: el sabor....Leer más