Bicicleta por la montaña, rafting, zip line, caminatas por el Valle Sagrado y baños termales, son sólo algunas de las actividades que hicimos antes de llegas a la montaña más conocida. La ciudadela inca es la coronación de uno de los mejores tour de 4 días hacia Machu Pichu por uno de los lugares más bellos e importantes del antiguo imperio.
Si estás buscando una experiencia distinta, te dejamos esta propuesta para llegar a Machu Picchu en 4 días.
Video de Machu Picchu por Valle Sagrado en 4 días
Aventura en la montaña: bajar en bicicleta desde los 4.300 msnm
La mañana del primer día del viaje nos levantamos muy temprano y luego del desayuno iniciamos el recorrido. Los paisajes que hay entre Cusco y este lugar son increíbles. Las montañas son enormes, parecen protectores de esta hermosa región. Para llegar a Verónica pasamos por Chinchero, Urubamba y Ollantaytambo. Todos fueron poblados del tiempo de los incas. Pero Ollantaytambo es la ciudad que más conserva construcciones del viejo imperio. Muchas de sus calles todavía son de tierra y hay antiguos canales que surcan el pueblo para que el agua de lluvia escurra. Es muy turístico, su plaza principal estaba llena de gente cuando pasamos de camino a la montaña.
Mientras más subimos en altitud, más cambiante se puso el clima. Pasamos de una mañana soleada y calurosa al frío del cerro. La neblina espesa no dejaba ver el vacío y el frío nos escarchaba las manos. A media mañana comenzó a llover, suave, pero lo suficiente para que la ruta estuviera mojada. Estos condimentos hicieron más interesante la experiencia de bajar en bicicleta desde los 4.300 msnm hasta los 1.500 msnm. Alcanzamos velocidades que superaban los 60 kilómetros por hora y el cambio de paisajes es increíble. En las 3 horas que duró la travesía pasamos de los bosques montañosos a la ceja de selva, con plantas más características de la jungla. Y del frío infernal al calor intenso. El sol volvió a aparecer recién cuando nos fuimos de la altura. La lluvia también cesó. La adrenalina que se siente es maravillosa. Pero no iba a ser el único momento adrenalínico del día.
Saltando al río a pesar del miedo
Luego de almorzar en Santa María, bajamos hasta el río Urubamba para hacer rafting. Otra experiencia que no debes dejar de hacer, ni aunque el miedo te paralice. El río estaba caudaloso pero en temporada de lluvias puede estar peor. Nos subimos a los botes inflables y empezamos nuestra aventura por uno de los ríos más importantes de la cordillera peruana. Eran como las 6 de la tarde y estábamos surcando por rápidos como si fuéramos expertos pero era la primera vez que nos subíamos a este tipo de embarcaciones.
El agua estaba helada pero el aire era cálido. Cuando no teníamos que hacer maniobras riesgosas contemplaba las montañas, imponentes, de roca y vegetación espesa. Ojo con distraerse porque de pronto te dan la indicación de que remes y tienes que coordinar con tus compañeros. Esa noche por fin me reí del momento en que tuve que saltar de una piedra de 3 metros al fondo del río. No importa cuántas medidas de seguridad tengas, el miedo se siente igual pero salté. Espero te guste la adrenalina y tengas resistencia porque al día siguiente se camina mucho.
Trekking, café, “Luna” y camino del Inca
Bien descansados y al amanecer nos levantamos para iniciar nuestro segundo día de travesía para llegar a Machu Picchu. Es maravilloso el silencio que hay a esa hora de la mañana. Sólo se escuchan los pájaros mientras el sol sube por la montaña para darle luz a todo el valle. Desayuna bien porque las energías se te irán en kilómetros y kilómetros de caminata. El objetivo fue ir desde Santa María hasta Santa Teresa.
Este día todos tus sentidos explotan. No sólo vas “mirando” el sendero. Lo vas olfateando, sintiendo, probando. Caminamos muchos kilómetros por una ruta levemente señalizada entre las montañas. Conocimos pequeños pueblitos que viven de lo que producen en esta región e incluso pudimos conocer el proceso de producción del café.
A lo largo del camino descubrimos las propiedades de la guanábana y aprendimos que la coca puede cosecharse hasta 3 veces en un año. Probamos granos de café que estaban al alcance de nuestra mano y olfateamos pequeños mangos que recién van a estar maduros en octubre. Comimos granadilla y de a ratos escuchábamos el gruñido del río Urubamba que se desliza entre las cadenas montañosas.
En uno de los pequeños poblados que hay en los cerros nos hicimos amigo de Luna. Es un monito muy chiquito que le pide comida a sus dueños y tiene un cascabel en el cuello para que todos puedan escuchar cuando camina. Me usó de rama para saltar desde la barra del comedor hasta el techo y luego subirse a un árbol para sólo mirarnos.
Mirando al precipicio por el sinuoso camino Inca
Por la tarde llegamos a lo más alto de la cadena montañosa ya que tomamos el camino Inca como sendero para llegar a Santa Teresa. Las vistas son alucinantes. Cuando bajas la mirada contemplas toda la vegetación que llega hasta el río. Pero hay zonas en las que el sendero es tan angosto que vas concentrado en no dar un paso en falso. De un lado tenes la roca y del otro el precipicio. Te sentís muy pequeño ante tanta inmensidad.
Para finalizar el día fuimos a las aguas termales que están al pie de la roca. No es zona volcánica por lo cual no se sabe bien de donde viene el agua caliente que llena las piscinas. Es el momento más relajante de la jornada. Esperamos el atardecer en este lugar para salir del agua ya entrada la noche y descansar en Santa Teresa.
Por las vías del tren hacia Aguascalientes
El tercer día de viaje no es tan exigente como los anteriores, pero vivimos una aventura en las alturas. Lo primero que hicimos fue zip-line o tirolesa. El día anterior habíamos cruzado el ancho del Urubamba en una precaria caja de metal manejada por pobladores locales. Eso, aunque interesante no es nada con la experiencia que vivimos esa mañana. Bajamos por la montaña en cinco tramos colgados de cables de metal. Cuando bajaba la mirada me aterré con el vacío. Estábamos a más de 100 metros del río y es un poco aterradora la sensación de ir flotando por las alturas. Pero, también es divertido. Arrancamos la jornada a pura adrenalina.
Una hora después estábamos caminando desde Hidroeléctrica hacia Aguas Calientes. Fuimos siempre al costado de las vías del tren. El paisaje es totalmente diferente en esta región. La selva es más espesa, siempre da sombra al sendero. Todo es verde intenso y el calor húmedo obliga a que camines despacio. Disfrutamos del paisaje y cada tanto el tren nos tocaba bocina para que tengamos cuidado. Miramos hacia las montañas y vimos algunas ruinas de piedras gigantes. Cada vez estábamos más cerca de llegar a Machu Picchu.
Antes de que cayera el sol arribamos al pueblo que está en la base del complejo arqueológico. El lugar es muy pintoresco, como si hubiera sido dibujado. Calles que son peatonales, muchas luces y miles de turistas caminando. Aguas Calientes está escondida entre varias montañas. Su clima es cálido y por las noches la oscuridad la envuelve.
Llegar a Machu Picchu, el fin del viaje
A las 2.30 de la mañana nos estábamos levantando para ir al coloso complejo arqueológico. Llovía, mucho. La ciudad dormía y nosotros caminamos rápidos sus calles cubiertos por precarias capas de lluvia. Pero valió la pena madrugar, fuimos los primeros en llegar a la estación de colectivos. A las 4, mientras seguía cayendo agua como si la tiraran a baldazos, aparecieron el resto de los turistas. Muchos se fueron caminando para subir a pie la montaña. Nosotros decidimos hacer el esfuerzo de ir en colectivo para llegar más descansados a recorrer las ruinas. Valió la pena. A las 6 ingresamos.
Una espesa niebla tapaba el Huayna Picchu y nubes cargadas flotaban cerca de nuestras cabezas. El paisaje era surrealista, enigmático. Las ruinas se iban mostrando a medida que la niebla iba perdiendo intensidad. Caminamos y caminamos. Escuchamos la historia sobre la antigua civilización. Descubrimos al gran emperador y nos contaron que Machu Picchu nunca se pudo terminar pero que los españoles tampoco la encontraron. Ni siquiera se sabe si Machu Picchu es el nombre verdadero de este lugar. Las llamas y las alpacas también forman parte del paisaje. Son simpáticas y siempre están buscando cámara para salir en fotos y videos.
Miles de personas estaban como nosotros: contemplativos, admirados y emocionados por el lugar donde nos encontrábamos. Entre fotos, charlas y caminatas se fue nuestra visita a Machu Picchu. El lugar es inolvidable sin duda. Su construcción sigue siendo un misterio. Su ubicación es majestuosa, privilegiada.
Pero para nosotros llegar a Machu Picchu fue el final de un largo y hermoso camino. El último capítulo de esta historia. Todo el viaje fue de un aprendizaje increíble. El Valle Sagrado nos mostró sus secretos y nosotros terminamos de comprender la importancia del Imperio Inca cuando conocimos la colosal edificación.
Es extraño pero varias horas después estábamos de vuelta en Cusco. La caminata desde Aguas Calientes a Hidroeléctrica fue en silencio. Recién algunos días después fuimos consciente de que estuvimos en uno de los lugares más famosos e importantes de toda América. Lo más bello quedó en nuestras retinas y en las sensaciones íntimas de nuestro corazón.