Viajamos al lago más alto del mundo a vivir la mejor experiencia vivencial. Conocimos las islas y comunidades del Titicaca peruano. Aprendimos sobre la cultura y la historia de Uros, Tikonata, y Amantaní.
¿Conoces la totora? ¿Sabías que numerosas islas fueron construidas con esta planta? ¿Te gustaría convivir con una familia y aprender la cultura Aymara? ¿Estabas al tanto de que se encontraron momias incas en esta región?
Todo esto lo descubrimos en este viaje vivencial por las islas del lago navegable más alto del planeta.
Video de la CIUDAD de Puno
Conociendo la cultura del Titicaca peruano
El lago Titicaca es la joya del sur de Perú. Su cultura y su historia son milenarias. Nosotros nos aventuramos a conocer sus islas y a las personas que viven en ellas. Desde Cusco viajamos a Juliaca para luego ir hasta el pequeño puerto de Capachica. Una embarcación nos llevó hasta Tikonata. Se trata de un pequeño pedazo de tierra donde viven una docena de familias.
Se instalaron en el año 2000 y crearon un museo donde exponen artesanías y momias del tiempo de los incas. Las viviendas son de adobe y paja pero muy confortables. Utilizan energía solar y recolectan agua para subsistir. Los integrantes de la comunidad son muy amables y están interesados en contar su historia.
Caminamos hasta el mirador más alto de la isla y pudimos contemplar la inmensidad del Titicaca. Parece un océano. Nos despedimos luego de conversar largamente y nos embarcamos hacia Amantaní. En esa isla viviríamos una experiencia vivencial muy especial.
Conviviendo con una familia en Amantaní
El conductor de la embarcación es quien nos recibió en su casa. Francisco fue muy atento con nosotros. Nos recibieron en Amantaní con un almuerzo alucinante: trucha del lago con variedad de verduras. Todo fresco. Él y su esposa nos contaron todo sobre su cultura. Nos mostraron las frutas que cultivan y aprendimos algunas palabras en aymara.
Amantaní es una isla más grande que Tikonata. Sus senderos están bien delimitados y están rodeados de los fundos de los lugareños. Ovejas, cabras y diversos cultivos (como las papas y el maíz) son las producciones de los locales. Tiene dos enormes cerros –los cuales caminamos- Pachatata y Pachamama.
En este último pudimos observar el atardecer en soledad. La postal del Titicaca peruano es muy bella. Aguantamos el frío y el viento para ver cómo caía el sol sobre el lago. Con la noche, la luna y las estrellas fueron las únicas luces que alumbran la isla.
No sólo el atardecer es hermoso en Amantaní. Las noches son silenciosas, oscuras y solitarias. Cenamos en familia y nos apostamos a mirar las estrellas. La vía láctea se podía contemplar casi perfecta. Sólo el leve barullo de los árboles y las olas golpeando contra la costa podían escucharse. Las noches en el Titicaca peruano son increíbles.
La totora, planta típica del Titicaca que funciona para todo
Los Uros son una antigua comunidad que viven en “islas flotantes”. Escaparon de la esclavitud a la que los sometían los españoles hace 500 años. Construyeron barcazas con totora y se escondieron en los totorales. Nunca los encontraron. Con el tiempo, los antepasados de los habitantes actuales fueron creando las islas que hoy conocemos.
Las islas flotantes de los Uros están en medio del lago, entre kilómetros de totorales. Nos enseñaron cómo edificaron sus actuales viviendas y los usos que le dan a la planta. Sirve para comer, bajar la fiebre, construir paredes y techos de casas, y lo más importante: es la base de la isla.
Caminar por encima de este pequeño pedazo de territorio es una sensación extraña. No se puede creer cómo resiste el peso de todos nuestros cuerpos, de las casas e incluso de un mirador. Las islas son tan chicas que viven como máximo 5 familias en cada una. Pescan y viven del trueque para conseguir los alimentos e insumos que necesitan.
Nuestro viaje por el Titicaca peruano fue de mucho aprendizaje. Conocimos un poco de la historia, la cultura y las costumbres de comunidades únicas. Es un viaje que debes hacer si estás Cusco. Será una experiencia inolvidable para ti.